Espera

Los segundos se van muriendo
inevitablemente uno tras otro.
Por más que trato de ignorarlos,
un frenético tic tac los anuncia.

Un nuevo amanecer que despunta
en el lejano horizonte del valle,
y yo esperando junto a la ventana
como te prometí aquella vez.

Aun conservo aquel vestido celeste
que me obsequiaste antes de partir.
No lo he podido usar últimamente,
pues ya no quepo en él, he engordado.

Sabes, he dejado de salir de casa,
pues temo no estar cuando regreses.
La gente piensa que estoy loca,
los he oído murmurar a mis espaldas.

Una brisa helada se cuela bajo la puerta
un llanto que se ahoga en mi garganta,
la sospecha de que no llegarás a tiempo,
y éste, mi último latido… te lo perderás.

Comentarios