No me pueden ver (o no quieren)

Heme aquí de pie ante el mundo,
los miro desde arriba,
con desprecio, con asco,
y doy un paso al frente.
La masa retrocede confusa,
comienzo a quitarme la ropa,
ya se oyen las exclamaciones
de espanto de los allí presentes.
Yo continúo desvistiéndome,
mis prendas caen una tras otra
junto a mis pies descalzos,
sólo mi desnudez me representa.
Los insultos no tardan en llegar,
les escupo en la cara indignada,
¡Ignorantes!, no me pueden ver,
esas vendas que llevan en sus ojos
son prejuicios, tapujos en el alma.
Si he de confesarme señores,
sólo diré que aquella noche
ante ustedes queridos mortales,
expuse mi alma y no la vieron.
Ahora sienten piedad de mí,
ustedes, los mismos que
aquella vez me abandonaron
a la soledad de éste frío cuarto
e hicieron de mí carne de gusanos.
Pues hoy les escupo en la cara
una vez más, como aquella vez,
porque aún no pueden verme.

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