Poema III

Largos amaneceres y ocasos
desde aquella tormentosa despedida
en que decidiste que un adiós
sería la decisión mas acertada.

El tiempo fue apaciguando
los tumultuosos sentimientos
que habían comenzado a aflorar
dentro de mi irascible ser.

Me propuse no extrañarte,
y mucho menos quererte.
Pero dicen que has vuelto
y eso me mantiene inquieta.

Se que nos encontraremos,
no lo podremos evitar.
Verte y tocarte una vez más
se ha vuelto mi mayor deseo.

Se que ese día llegará pronto,
puedo sentir el fuego en mi piel.
Se también que perderé toda razón,
pues el solo nombrarte ya lo provoca.

Oh dioses de mi eterna perdición
el incierto destino de mi vida
queda hoy en vuestras manos,
pues yo ya no soy dueña de mi.

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